¿Cómo practicar la Empatía?

Los humanos no somos racionales. Nuestras decisiones no siempre son racionales en términos económicos (aún cuando intentamos aplicar un método profesional para tomar decisiones). Nuestras decisiones si son humanas y las decisiones de otras personas también son humanas. La forma en que se presenta una situación cambia por completo nuestro punto de vista (y el del otro trambién). Pero lo que cambia no son los hechos, sino cómo los sentimos.

Cambiar el mundo no es cuestión de tener la razón. Es cuestión de lograr que las personas se enamoren de una visión distinta del futuro. Y nadie se enamora porque le expliquen una tabla de Excel. Se enamoran porque se sienten vistas. Porque sienten que alguien entiende sus miedos, sus prioridades, sus historias. Porque sienten que esa nueva visión también les habla a ellos.

Algunas personas suelen describir la empatía como “ponerse en el lugar de los demás”, pero lo malo es usar esto de pretexto para decir cosas como “yo en tu lugar hiciera esto (o hubiera hecho esto)”. Yo en tu lugar vería como tú, entendería como tú, sentiría como tú y muy posiblemente decidiera lo que mismo que tú. Porque “yo en tu lugar” significa ponerme completamente en una perspectiva diferente a la mía y entender la misma realidad, desde otro punto de vista.

Podemos entender esta nueva perspectiva para conectar, crear mensajes y construir puentes. La empatía no es una debilidad, sino una cualidad de liderazgo.

  • Deja de suponer que el otro está equivocado, no empieces desde el juicio, sino desde la curiosidad. ¿Qué historia se está contando esta persona para que esta decisión le parezca la correcta? Tal vez no quiere pagar más por tu producto porque está intentando ahorrar para mandar a su hija a la universidad. Tal vez no se suma a tu causa porque en su experiencia ha visto que no funciona. Tal vez no vota como tú porque su historia familiar le enseñó a desconfiar de lo que tú crees.

  • Busca el valor no económico. ¿Paga más por la cerveza que tomaba en la universidad? ¿Le da propina al músico callejero? ¿Hace trabajo voluntario pero se desmotiva si le pagan poquito? Todo eso es irracional... hasta que entendemos que las emociones sí tienen valor. No en pesos, sino en identidad, orgullo, pertenencia, nostalgia.

  • Haz el ejercicio más difícil: ponerte en su lugar. Piensa por qué las personas que compran con tu competencia tienen razón. No es ironía. Es un acto de empatía radical. Al hacerlo, dejas de ver al otro como “el que no entiende” y empiezas a verlo como un ser humano que elige con sentido, aunque ese sentido no sea el tuyo.

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